Cada cuatro años los Juegos Olímpicos nos emocionan e inspiran con los logotipos y desafíos de grandes atletas. En realidad, es el fruto del duro trabajo de estos cuatro años, generalmente en la sombra. El barón de Coubertin ya decía que “el verdadero espíritu olímpico es el que busca la excelencia a través del esfuerzo”. Podríamos aplicar nuestra realidad como la del país y los desafíos que enfrentamos. Los resultados podrían llegar dentro de 4, 8, 12 años… Pero el trabajo hay que hacerlo todos los días y desde entonces.
No cabe duda de que España ha registrado importantes avances en los últimos tiempos en aspectos sociales y económicos y, por qué no decidirse, también en el deporte. Somos un país de referencia en patrimonio natural y cultural, pero también muy valioso por sus infraestructuras, sus inigualables condiciones para la transición energética o su incuestionable talento. Sin embargo, el espíritu olímpico también reconoce que hemos dado pasos importantes y saltos que hemos dado para avanzar más rápido, llegar más alto y ser más fuertes como país.
Estamos agradecidos porque necesitamos un salto adelante en innovación. Nos hemos marcado una lista exigente en España, alcanzando el 3% del PIB invertido en I+D en 2030. Esta marca se sitúa en el top 10 de países innovadores, por delante del país número 25 que ocupamos hoy. Pero será preciso trabajar la batalla y la técnica si tenemos en cuenta que todavía estamos en el 1,44%, leen los registros de calidad. El asimismo, marcador de innovación de la UE, es nuestra progresión desde 2017, pero estamos en el tercer grupo de países y nos señala lo que debemos mejorar: el giro empresarial en innovación, que actualmente representa el 54% y deberíamos suponer dos tercios; la introducción de innovaciones por parte de nuestros directivos, y el nivel de empleo en empresas innovadoras, dado que es difícil encontrar perfiles identificables.
También necesitamos mejorar nuestro salto de longitud. Esto nos permite mirar más allá de las combinaciones y establecer un modelo económico con proyección en un gran espacio. La industria es el sector que permite a las economías resistir mejor la crisis, proporcionar un crecimiento sostenido, innovar constantemente y generar compromiso de calidad. Nuestra meta es alcanzar el 20% de nuestro PIB aleja año tras año. Tenemos prevista una ley industrial, prevista para este año. Es necesario un impulso político, pero la reindustrialización requerirá lidiar con la patronal de todas, y fundamentalmente, de las empresas. Debemos crear estructuras que estimulen una mayor reversión y atracción de proyectos globales. También será esencial promover el crecimiento de nuestras empresas y, en particular, apoyarnos en la nuestra Inauguración industriales para poder dar el salto al mercado.
Está claro que no tendremos ninguna pértigas. Y de nuevo, saber utilizarlo. A algunos de nosotros nos importa. El Marcador Ciudadano de la UE hizo referencia a nuestra excelente digitalización, tanto en la penetración del ancho de banda como en las habilidades digitales de los ciudadanos; incluso en nuestro nivel educativo, con una población envidiable de ingenieros, doctorados e investigadores. Pero si queremos formar tan alto como queremos, tendremos que formar más profesionales tecnológicos –según la UE, necesitaremos 1,5 millones en los próximos seis años–. Y, sobre todo, atraer a chicas de disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y educar a las mujeres con esta formación para ofrecerles habilidades y miradas diferentes. A ellos les debemos gran parte del impulso que necesitamos.
También tendemos a tirar unos cuantos pesos, en este caso, para deshacernos de ellos. Si queremos modernizar nuestro modelo económico y estimular la recuperación, ayudaremos a estructuras legales y fiscales estables, que ofrecerán confianza y resultados atractivos para las empresas. En concreto, mejorar nuestros mecanismos de financiación de la innovación. Disponemos de un apreciado sistema de incentivos fiscales a la I+D+i, pero necesitamos hacerlo más predecible y libre de incertidumbre para las empresas inversas y los emprendedores. Y modernizarlo para adaptarlo a la realidad empresarial y al cambio tecnológico, asumiendo que la inteligencia artificial o el software es ineludible en la innovación que se está produciendo hoy.
En un mundo extremadamente competitivo, la seguridad jurídica y la agilidad son esenciales para que los grandes proyectos de inversión elijan España como destino. Además de pesadas bolas de acero, debemos ser jabalinos que quieran ver con ligereza y precisión e impactar en zonas donde tenemos potencial diferencial. Ésta es la importancia de completar procesos transparentes y burocráticos que acorten las cargas administrativas. Esta agilidad es fundamental para la atracción de inversiones, pero también para el desarrollo de los fondos europeos, que hoy deben regenerar nuestros músculos de innovación si están bien orientados y han sido dirigidos a aquellas industrias que impulsan la transformación tecnológica, abordan el cambio climático y nos permiten poner de relieve las diferencia.
No olvidemos los hallazgos. La colaboración entre empresas e instituciones será fundamental para ganar velocidad y potencia. Se pueden detectar brevemente, como los que vimos durante la pandemia, y podemos paliar la enorme capacidad de respuesta que tenemos ante situaciones adversas. Pero serán fundamentales grandes proyectos de colaboración público-privada que se desarrollen a un alto nivel. Por ejemplo, la vertebración territorial, económica y social, la transformación de zonas o provincias despobladas en ecosistemas de innovación, patrimonio industrial, transferencia de conocimiento, compromiso con la calidad y efecto requirieron nuevos negocios. También será fundamental para la industrialización de la I+D: empresas jóvenes que han desarrollado proyectos de muy alto componente industrial y tecnológico reciben en buenas condiciones el texto para hacer una gran carrera en España y en los mercados internacionales.
Sin duda es un desafío olímpico. Pero tenemos ejemplos históricos que nos demuestran que, cuando afrontamos los tiempos con determinación, los ganamos. Por encima de todo, nuestra propia Trayectoria en los Juegos, donde hemos crecido, tiene que figurar entre los países líderes, tanto en representación como en éxito. Y un último dato: en París reunimos a 382 deportistas. De ellos, 192 mujeres y 190 hombres. Tomemos nota de dónde podemos preguntar y adónde podemos acudir.
Y crearemos monoslo. Dijo Jesse Owens que es toda una vida de entrenamiento de 10 segundos. Para nosotros, podríamos servirnos durante toda nuestra vida y la vida de las generaciones posteriores.
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