Frutos del ‘copyright’ que obstaculizan a agricultores y multinacionales | Negociaciones

Frutos del ‘copyright’ que obstaculizan a agricultores y multinacionales |  Negociaciones

Nadorcott es una variedad de mandarina que se caracteriza por tener un delicado equilibrio de ácidos. El sonido de la llama Naranja Rojizo es muy fácil de pescar y su producción es generosa. Además, su vida útil es amplia, lo que la convierte en una apuesta segura para los productores gracias a su disponibilidad en el mercado. El descubrimiento de este cítrico rentable fue, sin embargo, fruto del riesgo. En los últimos años, un agricultor marroquí llamado El Bachir Nadori observó que entre sus mandarinas empezaban a crecer cítricos que podían madurar sin semillas. Fruto de una sangrienta política aleatoria, el descubrimiento atrae la atención de investigadores marroquíes y estadísticos. Fue registrada como variedad de protección en 2006 y es propiedad de Nador Cott Protection, empresa vinculada a la familia real de Marruecos.

De hecho, esta mandarina ha sido protagonista en las mesas de muchos hogares y en los patios de recreo. En el siglo XX, la variedad se hizo muy popular en la costa mediterránea, de donde, atraídos por su fama, muchos agricultores se propusieron plantar árboles de este tipo. La fiesta terminó con las primeras demandas.

Los productores afirmaron que este cítrico había sido cultivado toda su vida en la región bajo el nombre de Afourer y, por tanto, nunca fue debido a ellos. Pero el Club de Variedades Vegetales, que representa los intereses de los compradores en España, defendió que estas frutas tienen Derechos de autor. y no pagues regalías implica comenzar un trabajo que ha costado dinero y años de investigación. Pregunta a los campesinos de los caminos: o pagan la cuota y toman nota o se llenan.

Las discusiones que desembocaron en los tribunales (más de una triple serie de faltas) terminaron, en su mayoría, en condenas contra los agricultores. El precedente más reciente fue la final de 2023. Un partido valenciano le sacó una falta a un citricultor murciano, que estaba condenado a luchar con más de 4.000 árboles de esta variedad. Para hacer negocios con la fruta entre 2017 y 2022, el propietario deberá pagar una compensación equivalente a cinco años de cosecha.

Las variedades vegetales funcionan con un mecanismo legal similar a las patentes. La autoridad otorga un premio por descubrir una innovación relevante para la comunidad. De modo que, gracias a su compromiso investigador, el material obtenido obtiene un derecho exclusivo de explotación. Por lo tanto, cualquiera que quiera hacer negocios con una planta registrada debe pagar una tarifa.

El talón de Eagle de esta propiedad patentada se puede robar con relativa facilidad. Simplemente use listados de plantas protegidas o reutilice semillas para cultivar las plantas de su propio fabricante. Esta violación ha alimentado la proliferación de disputas a lo largo de los años. Pero explotar plantas registradas sin permiso de sus creadores y abandonar las rosas no es sencillo. Las multinacionales no se han reparado en gas para eliminar los cultos piratas y están dispuestas a pleitear contra quienes tienen la culpa de defender la suya.

De hecho, es común que las empresas de captura choquen con los investigadores. Se trata de ingenieros agrónomos que tienen la misión de explorar los campos en busca de explotaciones irregulares, según explica Isabel Pérez-Cabrero, asociada del departamento de propiedad industrial e intelectual de Garrigues. “La información elaborada por estos profesionales constituye uno de los primeros procedimientos efectivos para iniciar procedimientos judiciales en defensa de los derechos del titular de la variable”, explica el especialista.

Evaluar el pago de estas tasas suele traducirse en problemas para el agricultor si se discute. “Un juez puede ordenar al propietario la destrucción de la planta y todo el material vegetal utilizado ilegalmente”, afirma Pedro Tent, asociado de Garrigues del mismo departamento, lo que implica arrancar árboles y paralizar cualquier comercialización. Además, el agricultor puede ser condenado a «indemnizar al titular legítimo por los daños y perjuicios sufridos», compensaciones supremamente abultadas para evitar «todos los beneficios obtenidos mediante la explotación ilegal». «Las indemnizaciones», explica Rafael López Moya, director de Pons IP Valencia y experto en variedades hortícolas, deben compensar «el valor de la pérdida», pero también, añade, «el cuantioso beneficio» y «el desprestigio de la variedad protegida». «.

El especialista explica que “a día de hoy se han registrado 4.224 licencias de derechos de obtentor en España”, presumiblemente “con carácter oneroso”. Un hecho que refleja “la tendencia dominante en la forma de explotación de este tipo de derechos de propiedad industrial” en el ámbito español, valora López. Según estimaciones del sector, el uso de variedades protegidas en nuestro país es el tónico habitual en cultivos como cereales y hortalizas (tomate, patata, lechugas…). Es, en cambio, menos habitual en plantas llegadas de mayor tamaño, como el olivo, por ejemplo, donde la tradición es utilizar variedades autóctonas que todo el mundo conoce (y no son ingenuos).

La alta competitividad y la volatilidad de los precios significan que los compradores están atentos para proteger sus variedades, especialmente si son baratas, sabrosas, toleran condiciones climáticas extremas o producen fruta fácil de pelar. Hasta el punto de que “existen entidades privadas”, explica María Corral, asociada del departamento de biotecnología y ciencias de la vida de ABG Propiedad Intelectual, que “asocia a un comprador de plantas y se dedica a la gestión de licencias” en un territorio. La misión de estas empresas es agradable: quien quiera reclamar el pago de regalías tendrá que explicar el motivo ante un juez.

Demandas y Luxemburgo

La guerra judicial por el mandarín Nadorcott sigue en marcha. En concreto, en Luxemburgo: hace un mes, el Tribunal General de la Unión Europea conoció las alegaciones de Nador Cott Protection, empresa vinculada a la familia real de Marruecos, y de Carpa Dorada, propietaria de los derechos de explotación comercial de la variedad para España. y Portugal. Ambas contienen una petición de la empresa Eurosemillas, comerciante que desde 2016 declara que el registro de la mandarina Nadorcott era ilegal. Esta variedad no era nueva, la garantía Eurosemillas, según afirma, ya existía en el mercado, bajo el nombre de Afourer. Es el mismo argumento que debaten los agricultores valencianos y murcianos pero que, de momento, las obras de teatro españolas han calado.

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By Francis Gonzalez

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